La cultura saharaui, el Azawan, se extiende por una extensa zona del desierto de Sahara, llamada El Bidan, o Trab El Bidan, comprende el territorio del Sáhara Occidental, Mauritania, el norte de Mali y el suroeste de Argelia.
Con el país ocupado por Marruecos y las manifestaciones culturales prohibidas, es la población saharaui en el exilio la que, no sólo conserva el haul –la música de los saharauis-, sino que lo hace evolucionar.
El haul es una música de aluvión, que se ha ido creando con influencias muy diversas: bereber, árabe, sudanesa –traída por las caravanas que cruzaban el desierto de una punta a la otra, y negra, procedente del sur.
MARIEM HASSAM
Dos son los instrumentos básicos: uno de cuerda, la tidinit, y otro de percusión, el t'bal, un tambor tocado casi en exclusiva por mujeres
Se rige por un sistema modal, constituido por cinco gamas, o modos, a su vez subdivididos en mayor y menor.
Cuando no hay un guitarrista a mano, las mujeres se bastan con los tebales para cantar sus canciones. Ellas dominan los ritmos, muchos de ellos asimilados a sonidos cotidianos, como podemos comprobar.
Charaa es el más antiguo de todos; originario de la región se utiliza en los cantos del Medej.
Agarrán recuerda una carrera de camellos.
El serbat es una especie de charaa más lento. Combina con prácticamente todas las gamas.
El bleida es un ritmo específico del baile que lleva dicho nombre. Muy majestuoso y potente.
Agassar o el corto, mezcla de agarrán y tgalfi.
Tgalfi, el el primer ritmo llegado del Africa Occidental. Recuerda el movimiento sinuoso de la serpiente.
Del dubka se dice que llegó con los españoles. Lo cierto es que admite combinarse con ritmos modernos como el reggae.
El medra acompaña las entradas de las gamas del haul y lo hace de una forma lenta y considerada.
Muchos de los bailes saharauis colectivos tienen un carácter narrativo, incluso hasta pedagógico, como la tuiza, con el que mimetizan distintas labores. Este signo comunitario deja paso en el baile solista, o de pareja, a una expresión más sensual, propia del juego galante.
Otros bailes están asociados a celebraciones populares, fiestas, bodas, y resultan más espontáneos y anárquicos, liberando una explosión de júbilo.
Los ritmos más utilizados son charaa, serbat, y bleida.
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